11 de marzo de 1998

Ciencia vs. utilitarismo

por Martín Bonfil Olivera
(Publicado en Humanidades,
periódico de la Dirección de Humanidades de la UNAM,
el 11 de marzo de 1998)

En mi colaboración anterior comentaba sobre la actual moda de “vincular” todo en nuestra universidad y cómo esto puede desviar los propósitos de algunas de las actividades más importantes de nuestra casa de estudios. Hoy quisiera ampliar algunos puntos relacionados con este tema.

La moda de la vinculación no parece ser exclusiva de la universidad, pues la palabra ya se oye mencionada por funcionarios del gobierno capitalino y del federal. Como ya dije, creo que es una manifestación de la tendencia económica neoliberal que padecemos desde el sexenio pasado. La tendencia a “vincular” es un poco como esos programas gerenciales basados en los dudosos conceptos de “excelencia” y “calidad total”. El principio no está mal, pero presupone que las cosas son ineficientes y que no sirven bien a la sociedad. Esto no siempre es cierto.

En el caso de la unam esta visión resulta especialmente inadecuada. La universidad siempre ha estado relacionada estrechamente con la sociedad mexicana y la ha servido con eficacia. Claro, muchas cosas pueden hacerse mejor, y pueden hacerse muchas cosas nuevas que serían muy útiles, pero no siempre la mejor manera de hacer esto es pensar en cuánto dinero vamos a ganar con ello o cuánto nos vamos a ahorrar. En una entidad eminentemente académica y cultural, como deben ser todas las universidades, los criterios económicos deben ser secundarios. Debería estar claro que una universidad no es una empresa, aunque a veces, cuando oigo declaraciones de funcionarios, ya no estoy tan seguro.

En relación con la ciencia y la investigación científica en la unam, los criterios neoliberales se han manifestado en un resurgimiento de la visión utilitarista de la ciencia, descrita por Ruy Pérez Tamayo, y que consiste en ver a esta actividad como productora de bienes y servicios, en vez de conocimiento. Además de errónea, la visión utilitarista de la ciencia resulta dañina para la ciencia misma, pues por un lado desvía los esfuerzos de los investigadores y los recursos económicos, intentando dirigirlos hacia la solución de “grandes problemas nacionales” que normalmente no pueden ser resueltos por la ciencia, pues tienen fuertes componentes sociales, políticos y económicos. Por otro lado, al no lograrse los resultados esperados, el aparente “fracaso” hace que el apoyo a la ciencia tienda a disminuir, lo cual puede resultar fatal en un país con una ciencia poco desarrollada como el nuestro (porque, a pesar de las declaraciones que aparecen con frecuencia en periódicos y noticiarios, la ciencia en México es joven e inmadura, y la comunidad científica lastimosamente pequeña).

Un triste ejemplo de cómo la visión neoliberal-utilitarista de la ciencia comienza a dañar la investigación en la unam lo experimentaron los estudiantes del posgrado en astronomía del instituto correspondiente: se les avisó, en pocas palabras, que si lo desean pueden continuar con sus estudios, pero que es muy poco probable que sean contratados en un futuro próximo. La universidad, se anunció, no piensa abrir más plazas para investigadores en astronomía.

Ahora bien, el posgrado en astronomía hasta hace unos meses se ufanaba del alto número de estudiantes que formaba. Que repentinamente cambie su posición y anuncie que no se contratará a esos estudiantes cuando estén doctorados y formados como investigadores resulta, en mi opinión, absurdo. ¿Para qué existe entonces ese posgrado? ¿Se espera acaso que los flamantes astrónomos sean contratados por instituciones de provincia, o por la iniciativa privada? Si la caída de los precios del petróleo obliga a la unam, como lo anunció recientemente el rector Barnés, a entrar en austeridad (pero, ¿es que alguna vez no lo ha estado?), ¿cómo les estará yendo al resto de las universidades? Voy a expresar una opinión con la que no estoy de acuerdo, pero que surge lógicamente del examen de las circunstancias: tal vez valdría más cerrar este posgrado durante unos años, hasta que las condiciones cambien y vuelva a tener sentido formar doctores en astronomía en México.

Lo triste de situaciones como esta (aparte de la desesperación que imagino que sienten los estudiantes) es que, por un lado, es probable que el caso de astronomía se repita en otras áreas, lo cual augura tiempos difíciles para la ciencia mexicana.

Por otro lado, queda claro que no se está tomando en cuenta la verdadera utilidad de la ciencia como actividad cultural importante, fortalecedora de la nación y formadora de ciudadanos útiles y preparados.